Octubrismo: a 3 años del estallido

Por Adriana Ampuero.

La historia la cuentan los vencedores dice el antiguo refrán popular. Porque quien controla el presente controla el pasado, y quien controla el pasado controla el futuro. Fue George Orwell, en 1944, quien en una de sus columnas para la revista británica Tribune, escribiría estas conocidas frases, tan vivas en la actualidad política de Chile.

Estos vencedores, que el 4 de septiembre bajo la opción rechazo dieron un contundente golpe a los cambios estructurales que proponía el texto constitucional y sus adherentes, se han vuelto -con el correr de los días- un grupo difuso, e incluso con intereses contrapuestos. Y es que no solo los hemos visto pelear a gritos en las salas del ex congreso, sino que -por sobre todo- han abierto una jugada discursiva que maquilla y oculta bajo la alfombra los reales motivos de una crisis política y social que no quieren mencionar, pero sigue latente.

Quizás esa sea la versión que nuestros hijos conozcan en lo sucesivo, pero en la reversión moderna de esta frase inicial, la autora española Carla Montero nos regala un contrapunto interesante: “La historia la escriben los vencedores, pero el paso del tiempo también da voz a los vencidos”.

Durante el proceso constituyente estos sectores utilizaron palabras y frases simples (algunas inventadas), para dar connotaciones negativas a todo aquello que olía a cambio del status quo. Ejemplos hay varios: “indigenismo”, “activistas de la cama” (para referirse a las feministas), “mamarracho” y por supuesto “octubrismo”. Tras estas múltiples expresiones, lamentablemente se esconde una profunda desidia por el debate respetuoso de ideas contrapuesta, aquello que es de la esencia misma de la política y la democracia.

Por supuesto, en el diccionario de la elite, la expresión Octubrismo alude a todas aquellas personas que se manifestaron en octubre de 2019 por demandas de cambio en el país. Han hecho una gran cazuela donde han mezclado al ciudadano común que se atrevió a sacar la voz, con la delincuencia, el extremismo, los saqueos, la quema del metro, etc.  Me pregunto ¿Qué pensarán de esta puesta en escena los miles de Chilenos que por múltiples motivos, legítimos en su amplia mayoría, salieron a manifestarse pacíficamente con sus hijos, padres, amigos? ¿Qué sentirán hoy, 18 de octubre, esos miles que acudieron a asambleas y cabildos para dialogar por un Chile mejor y buscar una salida institucional al conflicto?

Por supuesto, este relato torcido que busca cambiar el sentido de la historia termina por invisibilizar las justas demandas levantadas en el 2019; como pensiones dignas, vivienda, educación y salud de calidad, entre tantas otras. Muchos políticos de todos los sectores se suman a la ola de insultos y vejámenes a esta masa “Octubrista”, pues es la moda de turno.

¿Se acordarán siquiera del “no lo vimos venir”, del “tenemos que compartir nuestros privilegios” del “tenemos que escuchar al pueblo y responder a sus demandas? ¿O el gustito a encuestas de sus coordinados relatos les ha hecho creer que todo está perfecto?

En algo podemos concordar perdedores y triunfadores, y es quizás en el escueto punto de partida. Estamos peor que hace 3 años y esta fecha no es de celebración, sino de dolor y tristeza para todo el país.